Después de que transcurran unos pocos millones de años, el incremento de la presión producido por la contracción del núcleo de la nube habrá aumentado la temperatura central hasta más de 65 °C, y la protoestrella - de un tamaño mucho más grande que el de la estrella final - fulgurará, mientras la sábana de gas continua colapsando. Cuando el núcleo alcanza unos pocos millones de grados, la fusión de hidrógeno comenzará y el colapso gravitatorio se detendrá finalmente: la estrella recien nacida, quemando de forma estable sus reservas de hidrógeno, se librará de su capullo gaseoso y ocupará su lugar entre las demás estrellas.
Una buena parte de este proceso ha sido observado directamente, gracias principalmente al asombroso alzcanze del Telescopio Espacial Hubble (Hubble Space Telescope en inglés). Los astrónomos han observado el colapso de nubes de gas y, haciendo uso de sensores infrarrojos, han podido ver a través de la gruesa cortina de polvo y gas, para obtener imágenes de estrellas en su infancia y de los posibles discos protoplanetarios que las rodean.