Las estrellas de más masa comparten un destino más dramático. En las capas más internas de sus núcleos, la presión producida por la enorme masa de la estrella crea temperaturas suficientemente altas para producir la fusión de elementos más pesados: carbono, neon y silicio. Cada uno de estos pasos sucesivos de fusión nuclear dura menos que el anterior: la carrera hacia el final está en marcha. Con la quema del silicio, en hierro se acumula en el núcleo de la estrella, y ésto señala la fase final. El hierro representa un juego perdido para la fusión - la fusión del hierro absorbe más energía de la que se puede extraer del proceso. A la par que la fuente de energía central de la estrella muere, las capas externas colapsan sobre el núcleo de hierro, formando un objeto exótico que se conoce como estrella de neutrones, tan denso que una cucharada pesa más de 100 millones de toneladas. El gas sale expulsado de la rígida superficie del núcleo y la onda de choque resultante destruye la estrella completamente en una explosión brutal: una supernova.
Un destino un tanto diferente les espera a las estrellas que tienen más de 10 veces más masa que el Sol . La estrella de neutrones que se forma en el núcleo de la estrella es incapaz de soportar el peso del material que colapsa, y se comprime aun más. Sin ningún medio físico para detener el colapso, la región central de la estrella se convierte en un agujero negro - una zona de densidad infinita- que ejerce una atracción gravitatoria tan fuerte que ni siquiera la luz puede escapar de ella.