La Vía Láctea
En las noches de verano, en un lugar despejado con cielos oscuros, una arqueada banda irregular resplandece en lo alto. Los antiguos la comparaban con una mancha de leche derramada por el cielo.

Hoy sabemos que esa banda es el resplandor combinado de incontables millones de estrellas en el disco plano de la Vía Láctea, nuestro hogar galáctico. La Vía Láctea es una galaxia espiral, por lo que vista desde arriba parecería un molino de viento. La Vía Láctea consta de un bulbo con estrellas en el núcleo, probablemente una espesa barra de estrellas flanqueando el núcleo, y brazos espirales brillantes que se enrollan en torno al centro. Este molino de viento tiene unos 100,000 años luz de diámetro, pero sólo unos 2,000 años luz de grosor, por eso es prácticamente un disco plano. Nuestro sistema solar está a unos 27,000 años luz de su centro.

La Vía Láctea

La vasta Vía Láctea contiene objetos y fenómenos variadísimos, como cúmulos estelares, viveros estelares, así como una amalgama de estrellas, gas y campos magnéticos en la región del núcleo.

Arriba: núcleo galáctico. Sobre estas líneas: cúmulos globulares (izquierda) y región de formación de estrellas.

Entender la estructura de la Vía Láctea ha sido un proceso de siglos, y hoy en día los astrónomos siguen aprendiendo más cosas.

En el siglo dieciocho, William Herschel sugirió que el Sol reside en un disco de estrellas en rotación. Como la banda de la Vía Láctea tiene el mismo brillo a lo largo de su extensión en el cielo, Herschel sugirió que el sol estaría en el medio.

Lo que Herschel no sabía es que nuestra galaxia está llena de polvo. En los núcleos de las estrellas se forman elementos como silicio, hierro y carbono, que son liberados al espacio en las últimas etapas de la vida de las estrellas. El polvo oscurece la vista. Es como estar en un bosque en un día de niebla. Se pueden ver muchos árboles en todas las direcciones, pero la vista no alcanza muy lejos en ninguna dirección.

Afortunadamente, el polvo está concentrado en el disco de la Vía Láctea. El disco está rodeado de un halo más o menos esférico y con relativamente poco polvo. Pero el halo contiene unos 200 cúmulos estelares globulares, que son grupos de cientos de miles de estrellas con forma de bola.

En 1917, Harlow Shapley notó que la mayoría de los cúmulos globulares aparecen en un lado del cielo. Basándose en ese dato, propuso que el Sol está cerca del borde del disco galáctico, argumentando que el halo esférico de cúmulos globulares está centrado en el núcleo de la Vía Láctea. Ello significa que, desde nuestro punto de vista descentrado, vemos más cúmulos globulares en un lado del cielo.

A pesar de este descubrimiento, las dimensiones de la Vía Láctea eran desconocidas y se carecía de una idea precisa de su estructura. La mayor parte de la información moderna llegó tras los inicios de la astronomía de radio e infrarroja. Por una razón muy simple; al igual que la luz visible, las ondas de radio y la luz infrarroja son formas de energía, pero con longitudes de onda más largas. Estas longitudes de onda atraviesan el polvo de la Vía Láctea y pueden alcanzar los telescopios de radio e infrarrojo en la Tierra. Recordemos que en un día de niebla, a las luces del coche les cuesta penetrar en la niebla, pero la radio del coche funciona perfectamente.

La radioastronomía proporcionó la primera clave para estudiar el disco de la Vía Láctea. En la galaxia, todo orbita alrededor del centro del disco. Los objetos más cercanos al centro orbitan más deprisa que los más alejados. Por eso, midiendo los movimientos de muchas nubes de gas y polvo, los radioastrónomos nos dieron la primera información, si bien algo borrosa, sobre la estructura del disco de la galaxia.

Hoy sabemos que el disco contiene entre 200 mil millones y 400 mil millones de estrellas. En el medio de la Vía Láctea hay un agujero negro que puede ser hasta cuatro millones de veces más masivo que el Sol. Está rodeado de estrellas gigantes, nubes de gas y campos magnéticos que hacen del núcleo un lugar muy dinámico.

El componente principal de la galaxia es la invisible “materia oscura” que permea el halo, extendiéndose a lo largo de varios cientos de miles de años luz en todas las direcciones. Este material sólo revela su presencia a través de su atracción gravitacional sobre las estrellas y nubes de gas visibles de la Vía Láctea. La materia oscura puede representar el 90 por ciento de la masa total de la Vía Láctea.